POR TAN SOLO UN BESO
Dormía tras mi quebrado ósculo,
la boca seca
y el candor de una mirada inquieta
hízome presa en la agonía del deseo.
Soñé despierto,
y alojado en la espiral de tan afligido sueño
sentí
el frescor inusitado de su aliento
invadir mi calma.
Las manos me temblaron
a raiz de un pensamiento
y, mientras dormida continuaba
en profundo sueño,
hechizadas por momentos
las paredes de su alcoba parecían.
Quedé perplejo...
ante las sombras que la conciencia interponía
entre mi cuerpo y el suyo,
y corrí alocado, casi con miedo...
lanzándome al vacío huracanado
del consuelo.