COMO PUEBLO Y CAMINANTE
Como pueblo y caminante de tu pedregoso camino
libero a mi gente de avatares,
remolinos de inconcretos pareceres,
egoistas unos, vanidosos otros...
y, como observador permanente
que soy de toda codicia,
te imploro a ti, omnipotente Dios.
Te pido cuentas del haber terrenal
-edén por tus manos creado-
Yo, que fui enclustrado en contra
de mis propias voluntades
me he sentado al umbral del estío,
cansado ya
de tanta promesa y retórica.
Vistiendo mis huesos de íra,
he seguido tus pasos, a traves de los tiempos,
fundiendo a mi voz
el aliento de un gentío que te aclamaba Rey.
Rey y señor de todas las cosas, para cuando
tus esperados milagros den su fruto,
el verdor del musgo -inexistente-
cubrirá la losa imparcial de la inocente ignorancia
de un pueblo lleno de seres que ya no creen en ti.
Uniformados, cadavéricamente, miramos al cielo
en espera de tu maná vivificador, porque tu amor
no ha sabido abrigar nuestros fosilizados cuerpos,
nos aferramos a la gota de lluvia
-existente sólo en el oasis del deseo-
para humedecer la sequía de unos pechos maternales
exentos de la milagrosa materia que hizo a los demás.
Pero no. Tú no nos ves.
Es evidente.
No puedes estar en todas las partes.