MUNDAKA
Mundaka.
Imagen de un mar, inhalador de perfumes…
que evoca en mí, tu recuerdo.
Quizá el acontecer de un amor ebrio en su textura.
Tal vez, intacto, como tus olas, mar…
¡Siempre Cantábricas!
Como tus olas, Mundaka me besa la tarde
y su brisa exprime el aroma del puerto
que anuncia mi llegada.
La iglesia
(candor del feligrés consecuente)
cede sus pronunciados áticos a mis anhelos;
rezos;
simulacros y un sin-fin de mil te quieros
a esa cruz, a ese mar…
A este Edén. A esa Nada.
(Todo ello, coloreado por bandadas de gaviotas portuarias)
Mundaka:
Tonos verdes azulimar en esta villa.
Ante todo… mar. Sí. Mar noble
regio,
aforme y caprichoso ante esa cruz.
La cruz de enamoradas pupilas que vienen y van
en mi pensamiento, como tus olas mar, como tus olas.
Cruz…
Cruz del cristo en la alborada.
Cruz del cristo en la agonía,
cruz y mar de noche y día,
¡Cruz sin cristo!
¡Tormento de mares y líneas cruzadas!
Mar, mar de estíos, que en furtivas madrugadas
cruzaste los anchos ríos
de mi sangre enamorada; ante ti
mar, declino mi osadía.
Mar,
¡Qué cruz!, dime:
¿He de beberme la luz de tu luna
en este alud, mientras tu alma bosteza solitaria?
Cruz y raya.
Sí, Mundaka.
Por y para siempre tú.