QUERIÉNDOME VIVO
Queriéndome vivo, sueño un presente aletargado
al compás de un latido improcedente.
Inerte, asido en una fosa por la muerte
comprendo, al fin, que he sido reclamado.
Un arsenal de huesos es mi hado.
Un legado humano que dejo aquí presente,
no por gusto –así lo supo ayer mi mente-
¡Ni por edad!, que bien joven os he dejado.
Alcanzar quiero los sentidos para hablaros
de esta otra acera que transito
hacia la Hacienda de los Claros,
donde el alma clama la luz que necesito
para satisfacer mi afán: contemplaros
desde el mismísimo horizonte de lo infinito.