SABERSE SOBRA
Saberse sobra ante tanta carencia
sin apenas Dios a quien rezar por el alma,
ni cómo ni cuándo
dónde quedarse.
Así de difícil es este arte:
Las calles desérticas
en cualquier momento sucumben al cieno
mientras los ojos –ávidos de espera-
se empeñan de tierra
hacia ninguna parte.
Cuando al sol por fin despierte,
quizá halle otra esfera
donde la palabra sea fértil
y sea ser,
sin
más
quimeras.