HACIA EL ALBA DE LA ESPERANZA
(A mi padre, Carmelo)
Hacia el alba de la esperanza
distante y fría
batía sus silentes, pero enormes, alas.
Sigilosa aleteaba
sobre la residencia donde habita mi sueño.
No hay lágrimas superfluas.
Sólo un ininterrumpido llanto
peregrina tortuosamente por mi esencia.
El cruel abatimiento de un hombre
sobre el lecho de una cama de hospital
hiere la idea que de Dios tengo.
.
El monótono equilibrio de su respiración
certifica la defunción de mis creencias.