HEME AQUÍ, EN EL ÓVALO DEL ALMA
( I Parte )
Heme aquí,
perturbando el orden de esta aldea
donde los árboles se muestran
como nítidos versos
y a cuyas raíces mantienen mil esqueletos.
Heme aquí:
Lúgubre.
Callado,
soportando la ignomínia,
razón de mi destierro
y posterior entierro en tierra santa.
He aquí:
Mi patria.
Mi sarcófago luengo,
con el INRI por rótulo...
¡Negro!
He aquí, al fin poblada,
la isla de mármol.
¡Blanca!,
Con la figura de un Cristo
en hierro forjado
y el último alquiler que mis huesos pagan.
Sí.
Heme aquí, obteniendo el descanso
que tan ebria soledad ansíaba.
He aquí,
la meta de un viaje inusitado
sin agobio de estaciones.
La respuesta a mil preguntas
bajo un sol que se me oculta
pletórico de radiaciones.
He aqui:
La pasarela universal.
-Control de peaje que traspasa
el vértice de una luz...
que ilumina la avenida de difuntos-
...Y el fosforescente abrazo ,
helo aquí,
unido al beso que recibo
de ese labio - ya sin piel,
ya, sin el color que da la sangre-
Eterno.
Pálido.
Húmedo.
¡Enmohecido!
He aquí,
La desnudez y podredumbre a que he llegado
tras mi paso legendario por el cosmos,
humillado habitante y vil escombro
de un planeta...
Sí. Heme aquí.
Invulnerable y liberado.
( II Parte )
Lejos de este acá, allí quedé.
Allí quedó la proporción de historia
que aconteciérame en vida,
sin que apenas,
acaparara mi cuerpo
el fluir de fe, que,
después del óbito,
mi entorno transpira.
Desde el óvalo del alma en que viajo
al más allá de la estrella fugitiva
mis sentidos
cobran la avidez inusitada
del saber que predomina
en este espacio sin vértices,
en esta línea contínua
que perfora el infinito...
Ilimitado.
Voluble.
Nítido.
Y es el óvalo del alma
quien, a las puertas del Edén, se encamina
entre voces y lamentos,
embriagando de tal modo mi ser,
que no sé si veo lo que miro,
o sólo miro lo que no quiero ver:
Jamás existió una era similar a la que habito.
Ni en vida,
en sueños la guerra,
dejárame tal atonía.
A mi paso:
Almas que se dispersan.
Almas perecederas,
almas cuyos vientres me recuerdan
las raíces de ignorancia
que llevábamos sobre tierra.
Lejos. Sí.
Lejos de este acá, allí quedé.
Mi alma pagó la ignimínia
con su cuerpo inerte en tierra,
y escapó de ese mundo
mi alma
con un verso...
¡Cualquiera!
Pero, mi alma gravita
y allá donde quisiera, mi alma...
mi alma será universo, y el verso,
si acaso una estrella...