NI POR QUÉ, NI PARA QUIÉN, SÉ QUE ESCRIBO
Ni por qué, ni para quién, sé que escribo,
no en vano, me seduce ese lamento
del alma. Su sentido y sentimiento
así lo expreso, en cuanto lo concibo.
Sé del arte que causa endeudamiento
al autor, contemplando su derribo…
¿Cómo mostraros lo que hoy escribo
si es el preludio de un advenimiento?
Por el día me muevo, y con sigilo,
a la esperanza mi balcón abierto
dejo… por si un soneto diérame asilo…
Aún así… me embarga un desconcierto
¡Dejaros el recuerdo de mi alma en vilo!
Por si amanece un día y no despierto.