HENCHIDO DE AMOR
Henchido de amor por tanta angustia
y envidia acumulada en rostro ajeno,
hoy desespera mi llanto
y con voz de trueno
emite estruendo sonoro – a oídos sordos – para mi desdicha.
¡Cuán regocijo¡, después de haber creado
un ambiente cordial
de ilusiones pleno.
Hospicio de letras y lugares de encuentro,
de ideas que perfilan los auges internos
de autores que bogan el saber discreto.
¿ Qué maliciosas entrañas – pregunto –
han lodado los cauces
a la ilusión furtiva del pensador obrero?
¿ Qué sanguijuelas minúsculas – habitan sin duda –
alimentadas en sangre, corazones tan negros ?
¿Qué sierpe alargada, esbelta en figura
y boca de cobra,
maneja a capricho mi singladura?
Desterrada quedó de mi mente la ira,
y desterrada murió
al frente del desconsuelo.
¿Qué queréis que aún os diga?
¿Qué soy de la muerte labriego?
Curad antes vuestra herida…
Pues soy aprendiz y exento de odio
naufrago la vida
desde el poder iracundo de mi maestro.
Así, doblegada mi herida, me oculto
y a través del sesgo
alguien pronunciará mi nombre:
Juan Gaviota libertad.
Sin apellidos concretos.