NO, NO DIGAS NADA
A ti, que supiste ser el germen, en el ocaso de lo establecido...Te amo.
No.
No digas nada.
Dejaremos que su nombre sea:
Aparente.
Alegórico.
Fingido.
Presunto.
Simbólico.
Simulado y supuesto, y así será libre.
Será dueño de esa libertad
-también sin nombre-
donde la sensible imagen del amor
se rebela, buscando su indefinido "yo",
y al envés de las miradas sería:
...simplemente mar.
No. No digas nada.
Dejaremos que, sin nombre,
continúe anidando en la gruta sumergida del silencio
y así, día a día, sentiremos:
El abrazo de la brisa en el recuerdo.
Si a ti, que de la tarde fuiste
tan sólo materia quebrada en diluída sonrisa, te amo...
¿Por qué, en mi profundo engaño
late el corazón sufriendo?
Deja que sea tu cuerpo
-bajo un cielo gris-
el ténue reflejo de un atardecer,
y yo, gaviota de metal, sentiré las caricias
surcando el verde-mar de tu primera juventud.
...Y entre escamas de primavera
cuando el nombre, por sí solo, emerja ante los demás...
También seré como el mar,
...y no diré nada.