AÑORO LAS PALABRAS DE SU VERSO
Añoro las palabras de su verso
salir de la idea del oscuro pensamiento.
El latido en los fonemas de su verbo
ausentándose de nosotros. De su tiempo.
Habita en el ambiente un desconcierto.
Un clamor a ambigüedad, a perdedores.
Y en el aire, el silencio de unas notas de violín
son testigos de una vida sin aliento.
Añoro la empatía de su palabra dada,
y el escrito arrojado sobre el amarillento lienzo
que al albur, a la vida dedicara
desde una celosa noche, bajo el universo.
Y esos días, añoro, de produción literaria
de ignotos comentarios a pluriversos,
cuando las vocales y consonantes bailaban
sobre artículos, poemas, novelas, teatro...cuentos.
Pero así se nos muestra la ausencia
pétrea, desnuda, calculadora y fría,
cuando, inherente al sentimiento de la ilusión furtiva,
a hurtadillas se pierde,
en el más abstracto de los silencios.
Añoro la poética de su prosa
cuando esculpía la tragedia de la noche,
bajo la inclemencia solar de un nuevo día
y un haren de letras perfumadas
corrían buscando coherencia
entre brotes de filosofía.
La prosa de su poética,
¡Cómo la añoro, vestida
de azulymar bajo acordes de una lira!,
con la palabra en esos labios, tiernos, húmedos
desnudos de melancolía.
Ahora, con sigilo,
pasan delante de mis ojos
sobre un folio virtual sus palabras huérfanas,
y ante la atónita mirada
de las que aún estan rezagadas
en un enjambre de nítidos versos,
la noche entra en calma.
La transparencia de una luna de cristal
me advierte de su presencia, distante y fría.